Sabemos que una alimentación adecuada es necesaria para preservar la salud. Prevenir situaciones de sobrepeso y obesidad ha demostrado ser la clave en la prevención de muchas enfermedades. Los efectos de la nutrición van mucho más allá de una cuestión estética.

El sistema inmune es un sistema que tiene como objetivo defender nuestro organismo contra agresores externos, más concretamente gérmenes.  Cuando sustancias extrañas intentan acceder a nuestro cuerpo, el sistema inmune se encarga de identificarlas y eliminar aquellas que no reconoce. Un sistema sistema inmune en buen estado:

  • Identifica agentes externos.
  • Desata un ataque para eliminar al agente agresor.
  • Estabiliza de nuevo al organismo para que vuelva a la normalidad.
  • Tiene memoria: es capaz de registrar aquellos agentes agresores con los que ha tenido contacto para que, si vuelven, no puedan atacar.
Pero… ¿qué pasa cuando el sistema inmune no funciona?

El sistema inmune puede verse alterado de tres formas:

  • Respuesta inmune insuficiente: cuando el sistema inmune es menos eficaz y no es capaz de hacer frente a las infecciones de agresores externos. Esto puede ser debido a varias causas: tratamientos farmacológicos, infecciones, edad, nutrición o enfermedades que por su naturaleza causan inmunodeficiencia.
  • Respuesta exagerada del sistema inmune: ocurre cuando es expuesto a un agente extraño que, por lo general no es agresivo y sin embargo desata una reacción excesiva que puede dañar a los órganos sanos. Esto es lo que ocurre con las alergias.

  • Alteración autoinmune: ocurre cuando existe un fallo en el sistema por el cual el sistema inmune se ataca a sí mismo. Su origen, en la mayoría de los casos es desconocido. Algunos ejemplos de enfermedad autoinmune son la Artritis reumatoide o la Diabetes tipo 1.

Desde la alimentación no podemos resolver una alteración autoinmune, pero sí fortalecer el sistema inmune y asegurar así que estará preparado para hacer frente a las agresiones externas. También la alimentación puede ser de ayuda para controlar algunos de los síntomas producidos en la enfermedad autoinmune y en los procesos alérgicos, como pueden ser la inflamación o la alteración de los tejidos.

La EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) reconoce como nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento del sistema inmune las vitaminas C, E, A, complejo de vitaminas B (B1, B2, B5, B8, ácido fólico y B12), flavonoides, hierro, Cinc y selenio. Para asegurar el aporte de estos nutrientes basta con mantener una dieta variada, compuesta de alimentos naturales entre los que destaque el contenido en frutas y verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos y semillas, e incluya pescados, huevos y lácteos, y de manera esporádica carnes y mariscos.

Probióticos y prebióticos

Los probióticos son microorganismos vivos que administrados en cantidades adecuadas proporcionan un beneficio a la salud del huésped. Los prebióticos por su parte son el alimento de esas bacterias. Las bacterias buenas que habitan en nuestro organismo son necesarias para mantener nuestra salud. Los estudios han demostrado que los probióticos suministrados en cantidades adecuadas pueden favorecer las respuestas adaptativas destinadas a combatir a los patógenos.

Podemos encontrar probióticos en el yogur y otros alimentos fermentados como el chucrut. Los suplementos probióticos deben ser siempre suministrados por profesionales de la salud, ya que los tratamientos varían mucho de una persona a otra. Para asegurar una microbiota sana, lo mejor es mantener la nuestra en perfectas condiciones y para ello se debe asegurar un aporte adecuado de frutas, verduras, legumbres, y cereales integrales, alimentos ricos en sustancias prebióticas.

Alimentos con efecto antiinflamatorio

Son la remolacha, jengibre, cúrcuma, rábanos, arándanos, pescados, aguacate y té verde entre otros. Resultan de ayuda en la prevención de infecciones y durante el desarrollo de la enfermedad, ya que ayudan a controlar los procesos inflamatorios producidos por el organismo como defensa a la infección.

Alimentos antioxidantes

Ayudan a hacer frente a los radicales libres producidos por los reacciones inflamatorias naturales originadas durante los procesos infecciosos. Son sobre todo las frutas y las verduras crudas, entre las que destacan frutos rojos, tomate, zanahoria, pimiento, verduras de hoja verde…

Además es importante mantener una dieta baja en grasas saturadas y libre de tóxicos como el tabaco o el alcohol, y aumentar el consumo de grasas saludables procedentes de las semillas, los frutos secos, el aceite de oliva virgen, los pescados, así como mantener una hidratación adecuada.